EL ENCANTO DE LOS ANCESTROS
24.02.2014 03:53Por Claudia Morales
Ya son 12 años los que llevo viviendo en la ciudad de Nueva York y como cualquier inmigrante he pasado por esos momentos de soledad en los que sientes que no tienes a nadie en el mundo.
En esos momentos pones en duda si ha valido o no la pena el haber emigrado de tu país y haberlo dejado todo para alcanzar tus sueños. En esos momentos de soledad es cuando empiezas a valorar aún más a ese grupo de necios adorables que se llama FAMILIA.
Gracias a Whatsup y a la iniciatva de mi hermana Ana, puedo estar en contacto con toda mi familia y conversar a diario con ellos. En el día de ayer cuando la nostalgia empezaba a invadirme, se me ocurrió preguntarle a la tía Hermildes, la única tía cibernética de la familia, por mis bisabuelos y tatarabuelos.
Para mi sorpresa, mi tía es toda una biblia en asuntos de la familia y nos llevó en un viaje maravilloso a través del tiempo. Mi tia nos contó cosas y anécdotas que realmente nos sorprendieron a todos. Nos contó de una hacienda en los páramos venezolanos en donde nacieron mi padre y parte de mis tíos, también nos contó de una tradición familiar en una pequeña capilla de un pueblo de montaña llamado Tribiño. Poco a poco, mi tía empezó a revelarnos detalles de la familia y de nuestros ancestros que son dignos de un libro al mejor estilo de Gabriel García Márquez o Carlos Ruiz Zafón.
La tía Hermildes, quien es la hermana menor de mi padre, también nos contó que mis tías abuelas eran "mujeres muy buenas y muy trabajadoras." Y así la nostalgia y la sensación de soledad empezaban a apaciguarse.....
A lo largo de la conversación se me ocurrió preguntar si había alguna foto antigua donde pudiera ver los rostros de mis antepasados. Para mi total sorpresa apareció esta increíble fotografía donde aparece mi bisabuela a quien llamaban mamá Pragedes y a quien le estoy viendo la cara por primera vez en mi vida. En esta fotografía están, de izquierda a derecha, mi tía abuela Clotilde, a quien conocí ya muy viejita, luego mi tía abuela Anastasia, la más delgada y espigada es mi abuela Lucinda y a su lado otra de sus hermanas, Adela, quien murió de parto. Delante de ella mi tía abuela Balbina a quien también conocí y quien murió soltera y virgen, y en el medio la bisabuela mamá Pragedes con uno de sus nietos en su regazo, hijo de uno de sus hijos varones.
Nunca pensé que una simple foto, dijera tanto y hablaras tan alto. En esa foto veo los rostros, las miradas y las actitudes de mis hermanas, de mis primas y hasta de mis sobrinas. Al ver a mi abuela, que en esta foto tenía tan solo 12 años, me parece que estoy viendo a mi hermana menor con los mismos ojos color miel de pestañas larguísimas.
"Mujeres trabajadoras y muy buenas," claro eso es lo que hemos sido cada una de las mujeres de esta familia maravillosa. Gracias a esta conversación familiar y a esta alucinante fotografía, el sentido de pertenencia ha vuelto a mi vida. Verle la cara a la bisabuela, verles las caritas a mis tías abuelas y a mi abuela y reconocerme a mí misma en cada una de ellas le ha dado un sentido inesperado a mi vida. Saber de dónde vengo, entender el porqué de mi misma y conocer los rostros de parte de mis raíces ha sido una de las experiencias más hermosas que he vivido. Indudablemente reconfortante!
Y es que no hay mejor refugio que la familia y el encato de los ancestros.
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